Es sin duda una enfermedad rara donde las haya, pero también es otra dolencia tropical más que durante mucho tiempo no recibió la atención que merecía, y ahora son quienes la padecen los que están pagando las consecuencias.
La filariasis linfática, lo que nosotros conocemos como “elefantiasis”, es una enfermedad parasitaria que transmiten a los humanos los mosquitos de los géneros Culex, Anopheles y Aedes.
Normalmente el contagio de los parásitos en cuestión, las filarias, se produce a una edad temprana, pero durante la infancia únicamente puede provocar daños no manifiestos en el sistema linfático. Lo peor llega con el paso del tiempo.
En la edad adulta, las alteraciones del sistema linfático pueden agudizarse y generalmente la enfermedad termina desencadenando en linfedema, inflamación escrotal y la hipertrofia anormal de algunas partes del cuerpo. En este punto, se ven especialmente afectadas las extremidades inferiores (también los órganos genitales), que se convierten unas deformes “patas de elefante” (de ahí el nombre de “elefantiasis”).
Se trata de una enfermedad cruel, que provoca mucho dolor y una discapacidad muy severa y permanente, pero, sobre todo, estigma social. Las personas que la padecen, además de la incapacidad física, sufren perjuicios mentales, sociales y financieros que contribuyen a la pervivencia de la estigmatización y, en muchos casos, la pobreza (pérdida de ingresos, aumento de los gastos médicos, etc.).
Y es que, como hemos dicho, esta enfermedad ha sido uno de los grandes “descuidos” por parte de las autoridades mundiales para con el mundo subdesarrollado y, aunque afortunadamente ya se hayan dado pasos en la buena dirección, continúa azotándolo con dureza a consecuencia de la falta de apoyo y medios en el pasado.
LA ELEFANTIASIS EN CIFRAS
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En la actualidad, hay más de 947 millones de personas en 54 países amenazados por la filariasis linfática que requieren tratamiento profiláctico a gran escala, conocido también como quimioterapia preventiva, para detener la propagación de la enfermedad.
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Aproximadamente el 80% de esas personas vive en los 10 países siguientes: Angola, Camerún, Costa de Marfil, India, Indonesia, Mozambique, Myanmar, Nigeria, República Democrática del Congo y la República Unida de Tanzania.
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En 2000, había más de 120 millones de personas infectadas; de ellas, unos 40 millones están desfiguradas e incapacitadas por la enfermedad.
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Desde ese mismo año se han administrado 6200 millones de tratamientos para detener su propagación.